Una alianza mundial: mujeres libres y seguras

Teresa llegó a Bruselas para cumplir sus sueños, con un futuro por delante, pero 153 puñaladas acabaron con todos esos planes. Esta cifra no se me va de la cabeza. Hace muchos años que me dedico a la política, y 18 desde que llegué al Parlamento Europeo, con 30 años y muchas ganas de romper el techo de cristal, agradecida a las feministas que me precedieron y pensando en las generaciones futuras. En todos estos años, la lucha contra la violencia machista ha sido una tarea constante y siempre he escrito algo para el Día Internacional de las Mujeres. Pero este año es diferente. 

Hay un nombre, Teresa, que me duele especialmente. Quizás por su juventud, tan solo 23 años, o porque viniera de mi tierra, Valladolid, o porque buscaba un futuro en Bruselas, donde trabajo. Sé que son muchas las víctimas, demasiadas, y que cada día mueren en la Unión Europea siete mujeres por violencia machista. Pero no puedo evitar que hoy sean Teresa, y sus padres, quienes me mueven a esforzarme aún más para eliminar esta violencia ancestral que destruye vidas y nos degrada como sociedad.

Teresa Rodríguez llevaba tan solo unos meses en Bruselas. Había dejado atrás a un novio y comenzaba una aventura profesional como enfermera. Tenía que madrugar mucho para llegar hasta el Instituto Jules Bordet, especializado en la lucha contra el cáncer y situado a las afueras de la capital belga. Al amanecer del 27 octubre de 2022, su ex pareja, llegada desde España, la esperaba para asestarle 153 puñaladas. 153. ¿Cuánto odio cabe en una persona? Una vida truncada a los 23 años, solo por rechazar a un hombre. De nuevo manifestaciones de condolencia y de repulsa. Pero no basta.

El cambio social y cultural es imprescindible para rechazar este tipo de violencia, que atenta contra las libertades más fundamentales. Estas protestas no son superfluas, pues todavía en 2016 un Eurobarómetro mostraba que existen personas en Europa que todavía justifican la violencia contra las mujeres. Una violencia que tiene muchas caras, pero que hay que atajar desde sus primeros atisbos: malos tratos psicológicos o físicos, acoso, abuso sexual, violación, explotación, trata, matrimonios forzados, crímenes de honor, mutilación genital femenina, hasta el asesinato. Es un fenómeno que se da en todos los niveles económicos, sociales y culturales, y en todos los segmentos de edad. Se calcula que una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia, una de cada cuatro ha sufrido violencia física al menos una vez en su vida, y más del 10% han sufrido violencia sexual con uso de la fuerza.

En una sociedad libre, queremos mujeres libres, mujeres libres para elegir su vida, su pareja, su trabajo, su futuro… La violencia machista es un fenómeno global, y para los agresores no hay fronteras. Por eso es tan importante la acción a nivel europeo e internacional y, aunque ha costado mucho esfuerzo y tiempo, comenzamos a ver frutos.

Al amanecer, su ex pareja, llegada desde España, la esperaba para asestarle 153 puñaladas. 153. ¿Cuánto odio cabe en una persona?

Durante más de una década, los y las socialistas en la UE pedimos una Estrategia Europea para prevenir y combatir la violencia de género, que contuviera un instrumento jurídico vinculante, como una directiva. La Comisión hacía oídos sordos con el argumento de que no existía una base jurídica para ello en los tratados. Tras diez años, por fin en 2010 presentó un paquete legislativo sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos, incluidas las víctimas de violencia de género, en la Unión Europea, que dio lugar a la aprobación de dos directivas y un reglamento: la Directiva 2011/99/UE sobre la orden europea de protección, para asegurar que la víctima en un Estado miembro recibe la misma protección que en cualquier otro país de la UE, y la Directiva 2012/29/UE, que establece normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos, y en concreto a las de violencia machista, para que con independencia de su estatuto jurídico, reciban el reconocimiento y la máxima protección en el territorio de la Unión. Por último, el Reglamento 603/2012 garantiza el reconocimiento de las medidas civiles de protección (por ejemplo, una orden de alejamiento) cuando las víctimas se desplacen a otro país de la UE.

Sin duda estas tres leyes marcaron un hito, pero desde entonces no cesamos en pedir una directiva específica para combatir la violencia machista. Hemos tenido que esperar otros diez años, pero estamos a punto de conseguirlo. El nombramiento de una socialista, Helena Dalli, como comisaria de Igualdad al inicio de la legislatura en 2019 ha permitido una muy buena colaboración, así como una mayor sensibilidad de la actual presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen -primera mujer en el cargo en la historia de la UE-, con quien he hablado en numerosas ocasiones sobre la necesidad de acabar con esta lacra.

Por fin, en marzo de 2022, la Comisión presentó una propuesta. No se cubre todos los supuestos, a falta de base jurídica en los tratados, pero es un paso muy importante. Queremos que la violencia de género se añada a la lista de crímenes incluidos en el tratado, que ya contempla el tráfico de seres humanos y la explotación sexual de mujeres y niños. Von der Leyen se mostró favorable a esta idea al principio de su mandato, pero ante la falta de apoyos en el Consejo entre los gobiernos de los países miembros, se ha decantado por pedir solo la inclusión de la incitación al odio y los delitos motivados por el odio.

Estos dos delitos, tráfico de seres humanos y la explotación sexual de mujeres y niños, constituyen la base jurídica que respalda la Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Mientras los gobiernos y la sociedad no estén concienciados de la magnitud de este fenómeno, tendremos que seguir avanzando a trompicones. Porque la excusa de la base jurídica no puede ser eterna. Son los Estados miembros quienes establecen las competencias de la UE y quienes pueden ampliar la actual base jurídica definida en los tratados.

Al mismo tiempo, debemos seguir insistiendo en una gran alianza mundial contra la violencia de género, y avanzar a partir del Convenio de Estambul. Se trata del primer instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y las niñas a escala internacional, y entró en vigor en 2014. La UE, que debería liderar con el ejemplo, ha tardado en reaccionar por nuestras propias divisiones internas y movimientos reaccionarios en algunos países. En esta lucha, cada pequeño paso requiere un enorme esfuerzo.

Sé que todas estas medidas suenan lejanas y lentas, y que no devolverán la vida a Teresa. Ojalá pudiera confortar a Blanca y a Juan, sus padres. Lo único que puedo asegurarles es que seguiré luchando por la libertad de las mujeres para vivir cómo quieran y con quien quieran, para cambiar la cultura machista y para perseguir a los violentos allá donde vayan, para que no encuentren fronteras donde esconderse. Y que seguiremos trabajando paso a paso, con dolor y con memoria, sin desfallecer.

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Más información en: https://www.20minutos.es/noticia/5107160/0/una-alianza-mundial-mujeres-libres-y-seguras/

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