Siento vergüenza…

Siento vergüenza, rabia, impotencia… Me duele… Me cuesta digerir las imágenes de muerte, dolor y desesperanza que últimamente desbordan los informativos y la prensa en general.

Ciudadanos, sirios en su mayor parte, que sólo quieren vivir, que sólo quieren salir del callejón sin salida de la guerra, la violencia y la muerte.

Ya en el mes de julio advertíamos en el Parlamento Europeo sobre la dimensión de una tragedia que, sí no se ponía remedio, iba a tener consecuencias de gran magnitud.

Y el tiempo nos ha dado la razón… Hemos pasado el verano, día tras día, con el goteo constante de imágenes de miles de familias refugiadas llegando, sin fuerzas, al continente europeo, intentando escapar de las guerras y de una muerte anunciada.

Quienes tuvieron la suerte de no perder la vida en ese mar, hoy maldito, continúan peleando por cumplir el humilde sueño de poder vivir en paz. Y llegan a una Europa fría, distante, inhumana, e incapaz de dar respuesta a la mayor oleada de refugiados desde la II Guerra Mundial. Llegan a una Europa donde los egoísmos nacionales y los nacionalismos extremistas, cierran los ojos… Una Europa donde algunos deciden sembrar de miedo y odio a sus gentes para no tender la mano a quienes hoy nos piden a grito ayuda .

De los cerca de 4 millones de refugiados que ACNUR estima que ha provocado la guerra de Siria la mayoría se encuentran en Turquía, Jordania y otros países norteafricanos. Pero quienes han pretendido continuar camino y llegar a Europa se encuentran con la incompetencia y burocracia de unas normas sinsentido. La ridícula cifra que proponía la Comisión Europea de 40.000 refugiados para reubicar entre los ‘Estados Miembro’ ha fracasado por la negativa de algunos gobiernos, entre ellos el de nuestro Presidente, el Sr. Rajoy, de hacer un reparto de cuotas obligatorio.

A este respecto, los socialistas españoles hemos estado hablando de solidaridad, de política común europea en materia de migración y asilo, y de incremento de recursos para abordar la situación. Hemos trabajado en propuestas a corto medio y largo plazo. Y seguiremos insistiendo en ello. Y es que resulta imprescindible unificar las normas sobre posibilidades de entrada y residencia, es fundamental que la protección que se establece como refugiado es un país sea común para toda la UE, y es urgente dotar de más medios y competencias a la actual agencia Frontex.

Todas estas cuestiones seguiremos reivindicándolas y exigiéndolas tanto a nivel estatal como en las diferentes instituciones europeas.

Pero hoy, esta noche, cuando veo el cuerpo yacente, en una playa, de un pequeño de apenas dos años que huyó de Siria con su familia buscando vivir en paz… Hoy solo siento vergüenza. Vergüenza que no puede ser ‘ajena’ porque nos incumbe -o debería incumbir- a todos.

Sinceramente, lo único que me consuela es ver a esos cientos de hombres y mujeres que, en distintos países y de forma voluntaria, se acercan para ayudar a quienes solo tienen sufrimiento en sus rostros, para arrancarles una sonrisa, para darles un trozo de pan y un abrazo. Esos ciudadanos solidarios anónimos son los que nos devuelven la esperanza. Estoy segura de que existe la esperanza, porque no quiero dejar de confiar en la humanidad .

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