LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL
M. Rodríguez
Miércoles, 5 de junio de 2024
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Llegó en 2004 a Bruselas y es ahora una de las parlamentarias más veteranas. Esta legislatura fue elegida presidenta del Grupo de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo. Ahora se presenta de número dos tras Teresa Ribera.
¿Por qué se consideran unos comicios de segundo orden?
Más que de segundo orden, es verdad que es más difícil movilizar el voto. La ciudadanía entiende cada día más la importancia de Europa, pero todavía no ve que todas las decisiones que afectan a nuestra vida están condicionadas por lo que allí se decide. Posiblemente el desafío mayor va a ser la participación.
¿Cómo se puede evitar una elevada abstención?
Hablando de Europa, de lo que ha hecho en situaciones muy difíciles, con una pandemia, con dos guerras en las puertas de Europa, con una situación de inflación que afecta a las familias… Se ha estado resolviendo los problemas de la gente. Hay que hacer pedagogía y que se entienda que se puede decidir el futuro de lo que será la Unión Europea (UE). Hay que elegir entre esa Europa de la ultraderecha, con los conservadores abriéndoles la puerta en las instituciones, o la del futuro, de las oportunidades y social.
¿Ha calado mucho en España el mensaje contra la agenda 2030?
Esto tiene mucho que ver con esa ultraderecha que quiere destruir los avances. La agenda es luchar contra las desigualdades, avanzar en la igualdad de género, en oportunidades para los jóvenes, en reducir la pobreza, en la lucha contra el cambio climático… Es una agenda de futuro y demonizarla es apostar por el pasado.
¿Puede acabar con el campo y con la industria de la automoción?
Lo que acabará con el campo son los efectos del cambio climático. Hay que ponerles freno. El dilema de elegir entre campo o medio ambiente es totalmente perverso y es una mentira. Ahora mismo, la lucha contra el cambio climático no es una opción, es una obligación. Igual que avanzar en modernizar nuestra economía e industria, que es fundamental. Tenemos que hacer esa transición. Hay ejemplos claros: con el Perte del automóvil eléctrico posibilitaremos que la industria automovilística se modernice.
¿La gestión por diferentes administraciones diluye el impacto de los fondos europeos?
Evidentemente, los gobiernos del PP intentan ningunear y esconder lo que supone el dinero que el Gobierno de España y que Europa destinan con el plan de recuperación a las regiones. Ya han llegado más de 37.300 millones de euros para modernizar nuestro modelo productivo, apoyar al campo… Entiendo que las buenas noticias, en muchas ocasiones, se convierten en problemas para unas Comunidades gobernadas por la derecha y la extrema derecha, que prefieren que les vaya mal a reconocer el buen trabajo del Gobierno.
¿Ayuda al descrédito de la política que sea un ‘destino dorado’?
Para nada, esa realidad ha cambiado. Hace tiempo iban determinadas figuras, muy reconocidas políticamente, pero que estaban finalizando su etapa. En estos momentos es distinto; en la lista del PSOE hay gente experta en distintos ámbitos porque el Parlamento Europeo de hoy tiene muy poco que ver con el de hace tres décadas. Tenemos que legislar en muchas materias donde necesitamos gente con perfiles variados.
¿Hay un sentimiento más europeísta en otros países que aquí?
Europa es muy diversa y tiene participaciones muy distintas en los procesos electorales. Pero todos los eurobarómetros nos dejan claro que España es uno de los más europeístas. Aunque luego nos quejamos mucho de lo lejos que está Europa de la ciudadanía y del desapego. Cuando España entró en la UE, lo hizo con la aspiración de formar parte de ese club del desarrollo, de las libertades y del progreso.
Se está hablando mucho de política nacional. ¿Escucharemos alguna propuesta programática?
Ya hubo un debate entre las dos candidatas del PPy PSOE, donde se mostró que, frente a la estrategia de hablar exclusivamente de la política nacional, nuestra candidata Teresa Ribera puso encima de la mesa las propuestas que tenemos en materia de modernización, de lucha contra el cambio climático, de una Europa más justa y más social… Si hablamos de lo que se ha hecho, se puede reconocer que las políticas que más han beneficiado a la gente han tenido un sello socialdemócrata. Conseguimos un plan de recuperación gracias a la socialdemocracia. Hay dos modelos muy claros: el de los hombres de negro, que apuesta por los recortes, o la apuesta por el crecimiento y por estar cerca de la gente.
¿Qué le demandan los ciudadanos?
Sobre todo que se agilice la toma de decisiones, que haya menos burocracia y que podamos resolver más cuestiones donde a día de hoy no hay competencias. Un ejemplo muy claro es que los jóvenes quieren que Europa resuelva el problema del acceso a la vivienda.
Otro gran problema es la fuga de talento por falta de oportundiades.
Sí, y creo que no es casualidad que en estos últimos años haya habido una gestión por parte del Gobierno de España, en coordinación con la Comisión Europea, para facilitar la incorporación de los jóvenes al mercado laboral. ¿Queda por hacer? Por supuesto, pero hemos avanzado y conseguido romper algunos techos.
¿Existe el riesgo de que la subida de los negacionistas rompa la UE?
Sin ninguna duda, porque los partidos de ultraderecha tienen una agenda muy clara: destruir el proyecto de la UE desde dentro. Aunque no van a ser mayoría en el Parlamento Europeo, pero hay un problema y es que el PP Europeo está abriendo la puerta a las alianzas con esa extrema derecha. Los conservadores han perdido lo que era la alianza tradicional entre las tres grandes familias europeas: socialdemócratas, conservadores y liberales, y están comenzando a abrir esa puerta y normalizar a la extrema derecha.
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FOTO: Jonathan Tajes
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