Queridos vecinos y vecinas europeos,
Queridos amigos,
Esta guerra terrible, aterradora e intolerable desgarra el corazón de nuestro continente. Conocéis la razón: El ejército ruso ha entrado en Ucrania.
Vuestro presidente ha decidido llevar la guerra a un país que no había atacado a nadie y que solo deseaba vivir en paz con todos sus vecinos y amigos, tanto con vosotros como con nosotros.
Demasiada gente ha muerto ya en esta guerra. Llena de dolor a las familias de Ucrania, que se ven bombardeadas, sitiadas u obligadas a huir de sus hogares. Y está matando a vuestros hijos al enviarlos a atacar a personas inocentes, por supuesto, sin comprender el motivo.
Esta guerra debe terminar, tal y como muchos de vosotros, madres y padres, periodistas, profesores, estudiantes, sacerdotes, científicos y artistas, habéis tenido el coraje de reivindicar a través de peticiones firmadas con vuestros propios nombres.
Por ello, hoy queremos deciros abiertamente que nadie está amenazando a Rusia. Ni Ucrania, ni la Unión Europea, ni Estados Unidos, ni la Alianza Atlántica quieren hacerle el menor daño.
Nadie se ha anexionado un solo metro cuadrado de Rusia, ni quiere hacerlo. No hay misiles de la OTAN en Ucrania, ni europeos ni estadounidenses, y ningún ejército de la Alianza Atlántica, ni estadounidense o europeo, ha entrado ni entrará en Rusia.
La única amenaza existente en vuestro país es el miedo que infunde en los demás cuando vuestros líderes se comportan como lo están haciendo ahora en Ucrania, ya que sus actos conducen a sanciones económicas, desconfianza y resentimiento, y abandonar una cooperación mutuamente beneficiosa. Lo único que supone una amenaza para vuestro presidente es el temor de una Ucrania próspera y con una democracia plenamente desarrollada que deje atrás la corrupción y la oligarquía, pueda servir como ejemplo para una Rusia mejor.
Esta guerra no tiene razón de ser y debe detenerse de inmediato porque es absurda, injusta y trae peligros aún mayores para todos nosotros. Pero también debe parar porque nuestros 27 países, vuestros 27 vecinos, los 27 Estados que conforman la Unión Europea, no esperamos más que el día en que podamos trabajar mano a mano con vosotros, por y para la estabilidad y la prosperidad de nuestro continente común: Europa.
Se lo debemos a nuestros hijos y a nuestras hijas a nuestros padres y madres. Se lo debemos a las décadas de paz que, a pesar del frío, Europa había conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Se lo debemos sobre todo a nuestra identidad común, a nuestra europeidad común, porque vosotros, al igual que nosotros, somos ante todo europeos.
De San Petersburgo a Lisboa, de París a Moscú o Berlín, o de Kiev a Varsovia, nuestros jóvenes comparten los mismos estilos de vida, los mismos gustos y la misma sed de libertad. Desde Dublín hasta Vladivostok, todos somos europeos porque nuestras historias siempre han estado entrelazadas y Tolstoy, Dostoyevsky, Chekhov y Bulgakov, vuestros autores, también pertenecen a nuestro patrimonio común, a este panteón de la literatura mundial donde están entronizados autores de la talla de Shakespeare, Hugo, Shevchenko, Goethe, Cervantes, Kafka y Mickiewicz.
Todos somos europeos porque tanto vosotros como nosotros bebemos en nuestra cultura común de las fuentes da filosofía griega, del derecho romano, del Antiguo y Nuevo Testamento, de la Ilustración y de la democracia de Atenas y Roma, reinventada por las revoluciones británica y francesa. Así que sí, hagamos juntos que estas horas oscuras se acaben cuanto antes, y trabajemos para que llegue el día en que vuestra Federación y nuestra Unión, con sus miembros actuales y futuros, encuentren el camino hacia un entendimiento y una cooperación tan necesarios para Europa y para el mundo.
Trabajemos para que el final de la confrontación entre el Este y el Oeste ya no sea visto como una victoria o una derrota, sino como el comienzo de una nueva era para la democracia y prosperidad continental. Trabajemos para hacer realidad ese día tan esperado en el que podamos combinar nuestra riqueza intelectual, natural y científica para afirmar Europa, su cultura y su civilización. Trabajemos, eso sí, cuando los puentes construidos nos hayan hecho olvidar estos muros.
Trabajemos en ello porque no hay nada imposible, ya que tanto vosotros como nosotros, queridos amigos y ciudadanos de Rusia, rechazamos la guerra y queremos la paz. Sabemos que muchos de vosotros condenáis la agresión criminal de Putin y ansiáis la paz. Hemos escuchado vuestras voces mientras protestabais a pesar del riesgo de arresto arbitrario y de fuertes sentencias.
Precisamente porque lo sabemos y estamos seguros de ello, hoy nos dirigimos a vosotros con el deseo de que este mensaje contribuya a nuestro acercamiento, lo acelere y nos permita dejar atrás lo antes posible las tensiones, sanciones y, sobre todo, esta guerra tan injustamente infligida por vuestro presidente al pueblo ucraniano y a vuestros hijos.
¡Viva Europa! ¡Viva la Paz!
Manfred Weber, presidente del Grupo Popular Europeo; Iratxe García Pérez, presidente del Grupo de Socialistas y Demócratas; Stéphane Séjourné, presidente del Grupo Renew Europe; Manon Aubry y Martin Schirdewan, copresidentes del Grupo de la Izquierda Unitaria Europea; Bernard Guetta, eurodiputado y vicepresidente de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.