Tribuna de Iratxe García, presidenta del Grupo de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo y secretaria de la UE del PSOE
08/06/2023
El Gobierno progresista de España liderado por Pedro Sánchez ha tenido en estos años un papel de liderazgo indiscutible en la Unión Europea. Nuestro firme europeísmo nos ha hecho apostar como nunca por fortalecer el proyecto comunitario como respuesta a las diferentes crisis que hemos atravesado, desde la pandemia, a la guerra de Rusia contra Ucrania o la escalada en los precios de la energía. Quedan para la historia las sesiones maratonianas del Consejo Europeo de julio de 2020 que permitieron crear el fondo de recuperación Next Generation y la decisión de emitir deuda común. Un objetivo imposible, según algunos, que salió adelante gracias a una combinación de empeño férreo, iniciativa, conocimiento del terreno y saber hacer. En eso consiste la buena política. En tener la visión de lo que hay que hacer y la firmeza para sacarlo adelante. A eso, no nos gana nadie.
Otro ejemplo, la crisis de la energía. Apenas nos recuperábamos de la pandemia, la guerra contra Ucrania pareció ponernos en un callejón sin salida, con una inflación galopante que amenazaba a nuestras familias y a nuestras empresas. De nuevo, el Gobierno de España jugó un papel clave, con una alerta temprana cuando los precios comenzaron su escalada, poniendo sobre la mesa propuestas muy concretas, como establecer un tope al precio del gas, reducir los beneficios extraordinarios (manifiestamente injustos) de las empresas, o desacoplar el precio del gas del de la electricidad; eso que el PP llamó el “timo ibérico” y que ha permitido ahorrar a los españoles más de 5.000 millones de euros. Esta vez se ha impuesto la valentía progresista en busca del beneficio de todos y no solo de unos cuantos frente al inmovilismo, o peor aún, el retroceso de la derecha. Eso también queda para la historia.
Porque hay que recordar e insistir en que si algo ha caracterizado a esta legislatura europea es el giro progresista de sus políticas. No solo porque la Unión Europea ha aprendido de los errores cometidos tras la crisis de 2008, que también, sino porque hemos estado ahí para defender nuestra agenda. El Gobierno de Pedro Sánchez en el Consejo y nosotros y nosotras, socialistas en el Parlamento Europeo, hemos estado manos a la obra para sacar adelante el Pacto Verde frente a la urgencia climática, el salario mínimo europeo, la protección a los trabajadores y trabajadoras de plataformas digitales, los riders, la defensa del Estado de derecho, la estrategia para la igualdad de género, la acogida e integración de migrantes y refugiados, la defensa de los derechos sexuales y reproductivos en el mundo, entre otras muchas medidas del programa progresista. Y lo conseguimos. Siempre con la posición contraria del Partido Popular español, que se ha alineado con la derecha más ultra para boicotear cualquier avance. Defensa de la biodiversidad, no. Reducción de las emisiones de coches, tampoco. Restauración de la naturaleza, menos aún. Responsabilidad corporativa de las grandes empresas, ni hablar.
De la mano de la extrema derecha, los populares cuestionan, cada vez con menos rubor, las evidencias científicas y ponen en riesgo avances clave para el conjunto de la sociedad, como hemos visto en Doñana; o se declaran ‘insumisos’ en el cumplimiento de la normativa europea, como lamentablemente hemos vivido en Castilla y León con el intento de relajar las medidas sanitarias para el ganado bovino.
La deslealtad y el desprecio a los intereses de los españoles es tal que lo último ha sido oponerse, tachándolo de electoralista, a la adenda al Plan de Recuperación con la que se solicita a Bruselas más de 90.000 millones de euros adicionales de los fondos Next Generation, de los cuales 84.000 son créditos que estaban pendientes de solicitar para financiar inversiones. Esta petición debe realizarse antes de que finalice agosto, pero el Partido Popular cree que le merece la pena poner en riesgo 94.000 millones de euros para nuestro país con tal de sacar algún rédito electoral.
Y en esa deriva, está poniendo todo su empeño por dañar a la presidencia española de la Unión Europea. Pero el daño no se lo hacen a Pedro Sánchez ni al Partido Socialista, se lo hace al país y al conjunto de la sociedad española. Los dirigentes deberían aceptar que la presidencia de España se va a celebrar, con su colaboración o sin ella; que es nuestro país el que se juega su prestigio y es la ciudadanía europea la que se juega que directivas clave relacionadas con la fiscalidad, la reforma del mercado de la energía, el medioambiente o el avance en derechos civiles salgan adelante.
Es dramático que un partido que se llama de Estado ejerza de oposición a su propio país. Mientras tanto, nosotros seguiremos trabajando para que la presidencia española, en la que muchos Estados miembros han depositado sus expectativas para avanzar en el proyecto europeo, sea un éxito.
No engañan a nadie. Conocemos su propuesta política, la que nos llevó a la ruina tras la crisis financiera y a la emergencia climática. La que hoy defiende Meloni al frente del gobierno de Italia y Kristersson en Suecia, la del gran capital por encima del progreso, la justicia social o la sostenibilidad; la del retroceso en derechos y libertades por encima del respecto a la diversidad y la solidaridad.
Esa es la Europa que no queremos los y las socialistas. La nuestra es la otra, la que sitúa a las personas en el centro de su acción y enarbola banderas como las del feminismo, el ecologismo o la arcoíris. Esto es por lo que siempre hemos luchado y lo que vamos a seguir defendiendo el próximo 23 de julio en las urnas.
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