Feminismo sin fronteras…

Han pasado algo más de 100 años desde que las mujeres europeas votaron por primera vez. Fue en Finlandia, en 1906. Aquel año, la Asamblea Nacional finlandesa se convirtió en el primer parlamento del mundo en instituir la igualdad aprobando no sólo el sufragio universal sino también el derecho universal de presentar candidatura a las elecciones.

Desde aquel comienzo de siglo, las mujeres europeas han ido marcando hitos a lo largo de la historia de nuestro continente, y fuera de él. A Finlandia le siguió Noruega y así hemos ido avanzando en el empinado camino de la representación pública femenina hasta hace casi tres años, en el que el gobierno de nuestro país marcó otro referente histórico con un ejecutivo formado por un 64% de mujeres, coronándose como el país del mundo con más mujeres en el gobierno.

También el Parlamento Europeo ha visto con el paso del siglo XX cómo sus escaños han sido ocupados progresivamente por más mujeres hasta alcanzar el actual 39,4%, por encima de la media mundial de los parlamentos nacionales. Y por primera vez una mujer ostenta la presidencia de la Comisión Europea.

Políticas, científicas, empresarias, académicas, artistas, investigadoras, líderes de opinión… Somos más que antes, más que nunca, pero las cifras no dejan espacio para la ensoñación, porque seguimos estando infrarrepresentadas en la política y la vida pública, en el Parlamento Europeo, en los consejos de administración, en las cátedras, en los gobiernos nacionales y las asambleas locales, en los museos, en los estadios deportivos…

La UE se ha comprometido a lograr un equilibrio de género en la representación y participación política como una cuestión de justicia, igualdad y democracia, y a remover todos los obstáculos que siguen impidiendo la igualdad real de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Pero ese compromiso no puede ser solo de puertas para adentro.

Una de las razones de ser de esta Unión Europea es que sus valores fundacionales de paz, justicia, progreso e igualdad traspasen fronteras, extendiéndolos a regiones del mundo donde no solo las cuotas de igualdad están muy por debajo de las nuestras, sino donde las mujeres y las niñas no tienen los mismos derechos que los varones y sus vidas valen menos que las de ellos. Las casan siendo niñas, no se les permite estudiar, son secuestradas y  esclavizadas… llegando a sufrir altísimas tasas de violencia.

La UE cuenta con herramientas como elMarco de Igualdad de género y empoderamiento de la mujer cuyo objetivo es mejorar la vida de las mujeres y niñas mediante las relaciones exteriores de la Unión, apoyando a los países asociados, en especial a los países en desarrollo, candidatos y vecinos, a lograr resultados tangibles en el ámbito de la igualdad de género.

Asimismo, la igualdad de género se ha convertido en uno de los pilares de la política comercial de la UE con terceros países y también en el ámbito de la cooperación al desarrollo, apoyando a las asociaciones de mujeres, fortaleciendo el diálogo sobre políticas para empoderarlas, divulgando información sobre el importante papel que desempeñan en el cambio y a través de directrices, mejores prácticas y actividades de sensibilización.

Sin olvidarnos de que la UE ha liderado la negociación sobre la inclusión de objetivos sobre igualdad de género en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, centrados en la eliminación de la violencia contra las mujeres, el reconocimiento de los cuidados familiares y las tareas domésticas no remuneradas y el acceso universal a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

Las referencias también son esenciales en este mundo colonizado por referentes masculinos, por eso en el Parlamento Europeo reconocemos a las mujeres que luchan por sus derechos en todo el mundo a través del premio Sájarov, que recientemente ha premiado a Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, supervivientes del Estado Islámico; a Malala Yousafzai, defensora pakistaní de la educación de las niñas, o a las opositoras bielorrusas Svetlana Tijanóvskaya, Verónika Tsepkalo y María Kolesnikova.

Porque la igualdad entre mujeres y hombres es un principio fundamental en cualquier parte de nuestro planeta, para nosotras, las mujeres europeas, nuestra lucha a favor de los derechos de las mujeres no tiene fronteras y nuestro compromiso es con todas y cada una de las mujeres, pisen donde pisen.

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Más información en: https://www.psoe.es/el-socialista/feminismo-sin-fronteras/

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